La mente es una gran herramienta, y a la vez, para mucha, mucha gente es un problema que no les deja dormir, o que incluso les aterra barajando posibilidades futuras que muy probablemente jamás se den, o que mora en un pasado no amable: ninguna de las tres cosas nos permite disfrutar del presente.
El Yoga (siempre el Yoga para mí incluye la meditación) te ayuda de múltiples maneras a manejar tu mente, para convertir esa poderosa herramienta en tu aliada, y no en tu enemiga:
El Yoga, gracias a la continua práctica de la atención que trabajamos en clase, respiración tras respiración, asana tras asana, te ayuda a darte cuenta en seguida de cuándo te estás enredando en tu maraña de pensamientos, y de esta manera puedes cortar cuanto antes el enredo y volver al presente. Dejas de vivir en tu peli mental y quizás puedas apreciar más el brillo de un día soleado, la tranquilidad de la lluvia que limpia el ambiente, el suave viento que refresca tu cuerpo o el delicioso bocado que acabas de tomar.
Por otra parte el Yoga te ayuda a conocer quién eres más allá de los pensamientos, porque cuando te bajas de la noria y los observas desde fuera ya no estás pensando: estás en lo que en yoga llamamos ‘el observador’, ese lugar en ti que siempre está en calma, que ha estado ahí toda tu vida, viendo lo que pasaba. Es justo ahí donde comienza la práctica meditativa, y si lo deseas, puedes conocer quién eres en esa calma. Quién eres más allá de la peli de la mente. Eso es meditar.
Aunque las cosas están cambiando, a poca gente le han enseñado a manejar su mente o a procesar sus emociones. Sin embargo el Yoga lleva miles de años haciéndolo: una sabiduría a tu disposición, en tu propia respiración, en el movimiento de tu cuerpo, en la calma que llega tras una buena sesión. Hay mucho que decir, pero mucho, mucho más que experimentar.
Namasté.
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