26
Jun
Es en nuestra infancia donde comenzamos a etiquetar el mundo: “ esto es bueno, esto no, esto me gusta, esto no me gusta pero me conviene, esto está mal, esto es correcto…”. Es un gran proceso que nos permitirá vivir mucho más cómodamente en el mundo, porque una vez que ponemos una etiqueta a una cosa o evento, ya no necesitaremos volver a analizarlo: es ‘tal’.
Pero las etiquetas también están limitando el mundo, y probablemente hacen que ya no miremos las cosas con detenimiento. Simplemente echamos un vistazo y las metemos en el cajón correspondiente, con lo cual nuestra perspectiva se reduce bastante.
Si además tenemos en cuenta que la mayor parte de nuestras etiquetas las pusimos hace mucho tiempo, cuando éramos muy pequeñ@s, quizás con 6-7-8 años… ¿no merece la pena revisarlas y comprobar si nos siguen sirviendo?
El yoga nos invita a dirigir la mirada hacia nuestro interior, a ser conscientes de nuestras etiquetas. Y cuando eso sucede, podemos darnos la oportunidad de probar a quitarlas; de esta forma, el mundo se amplía, nuestra perspectiva de él se hace más neutra y podemos volver a decidir lo que nos sirve ahora, siendo los adultos que somos, y lo que podemos soltar para volver a disfrutar un poquito más del presente, tal y como disfrutan los niños que aún no han metido todo en cajitas.
Give a Reply